SICYD
2006-09-04 17:44:27 UTC
Hola a todos,
Aunque ya he apuntado algunas cosas en otros hilos, abro éste para hacer
para daros a conocer mis experiencias en tierras vascas (del 18 al 27 de
agosto). Es semi-OT porque, evidentemente, también hablaré de coches y
carreteras.
Estuve alojado 4 noches en Eibar, al lado de la ermita de Ntra. Sra. de
Arrate. Bonita y estrecha carretera de ascenso a la ermita, de 7 kms. para
pasar de unos 100m. de altitud a unos 600. Las subidas, de noche y con
lluvia, y las bajadas, de día y con sol, ofreciendo unas magníficas vistas
del valle, con sus prados salpicados de caseríos.
El día 18, en el viaje de ida, desde Cunit (Tarragona), primera parada en la
Rioja Alavesa: Oión, Lapuebla de Labarca, Elciego, Laguardia, Elvillar,
Peñacerrada, Labastida y Salinillas de Buradón. Típico paisaje riojano, con
viñedos y bodegas por doquier. Muy bonito Laguardia, pueblo medieval
amurallado, con más de 180 bodegas particulares subterráneas que se pueden
visitar. A destacar también el carrillón del ayuntamiento, con danzaris
autómatas a las 11:55 y 13:55. Comí en un restaurante un menú de 12 euros
(lo normal de Euskadi, por lo que pude ver), unas patatas a la riojana y un
churrasco a la brasa, con vino tinto de Laguardia. Nada del otro mundo. La
subida a Peñacerrada muy bonita, con una empinada carretera (17%) entre
bosques. El coche se portó muy bien, subiendo en 3ª sin problemas a partir
de 2.000 rpms. (ya empiezan a aparecer los bajos de este motor). En
Peñacerrada, la primera pancarta de 'Euskal Presoak, Euskal Herrira'. Las
verdad es que hasta entonces, y a excepción de Laguardia, más turística,
todos los pueblos están prácticamente desiertos (¿dónde se mete la gente?).
De Labastida a Salinillas de Buradón, el Tomtom empieza a hacer de las
suyas. Primero, al llegar a Ocio (un pueblo pequeñísimo), me hace entrar en
la población y me mete en un camino pedregoso infestado de zarzales. A la
que oigo los arañazos en la chapa (suerte que con pulimento marcharán),
maldigo al Tomtom y busco dónde dar la vuelta. De vuelta a Ocio reprogramo
la ruta, y él insite con el zarzal. Le digo que no, y me responde que no hay
ruta. Así que sigo adelante, y al rato me muestra otra ruta. Le hago caso y
acabo metiéndome en un camino pedregoso pero algo más amplio, y sin zarzas,
pero con un montón de cazadores por ahí, armados y con perros. La verdad que
el atajo era bueno, porque en pocos metros estaba de nuevo en una carretera
buena, ahorrándome unos 4 kms. Añadir que en Elciego, el Tomtom también me
quizo hacer cruzar una finca particular, al lado de un edificio que está en
construcción y que parece un papel arrugado. Desde luego la cartografía
vasca no la tiene muy bien el Tomtom. Bueno, tras todo esto, de camino a
Eibar lloviendo, registro y cena en el hotel. El menú de la cena a 17 euros,
pero valía la pena.
El día 19, la Gipuzkoa religiosa: Elgoibar, Zestoa, Azpeitia, Zumárraga,
Legazpi, Oñati, y Bergara. En Azpeitia vamos a ver el santuario de S.
Innazio de Loiola. Son las 13:00 y está cerrado (¡caramba, qué horarios!).
Total, que carretera y manta, no perdamos tiempo que queda mucho por ver.
Comemos en Zumárraga, pueblo grande pero con todo cerrado, y nadie por las
calles. Acabamos en un restaurante argentino, con menú a 12 euros y comida
para olvidar, pero no mala. De ahí subimos a ver el santuario de 'La
Antigua'. Muy bonito, mucha madera, y bonitas vistas. Oñati también es
bonito, con muchos palacetes y la universidad Sancti Espiritus. De allí
vamos al santuario de la Virgen de Arantzazu. Bonita carretera con curvas,
como a mí me gustan, pero al final, el gran chasco. Sin ánimo de ofender,
será una joya arquitectónica vanguardista, pero donde esté Montserrat, Núria
o incluso Covadonga... Además, volvemos a topar con los horarios: a las
20:00 cierran. Y eran las 19:50, menos mal. De vuelta, paramos en Bergara,
también muy maja, pero nadie por las calles. Pero a eso de las 18:30 empieza
a salir la gente, mucha gente, a llenar las tabernas, hasta entonces
cerradas. La gente, digamos de cierta edad (entre 60 y 70), bien vestidas.
La mayoría hablan en euskera. En toda esta zona abundan las pancartas de
'Euskal Presoak' y muchas otras. La indicaciones de los pueblos hace ya rato
que dejaron de ser bilingues y ahora son sólo en euskera, ¡y luego nos
critican a los catalanes! Regresamos a Eibar, lloviendo y a 13ºC. Cenamos
muy bien en el hotel.
El día 20, la Gipuzkoa profunda: Tolosa, Alegia, Amezketa, Abaltzisketa,
Zaldibia, Ordizia, Beasain, Segura, Zerain, Mutiloa y Ormaiztegi. Volvemos a
pasar por Azpeitia antes de parar en Tolosa, a ver si por fín podemos entrar
en el santuario de Loiola. Este ya es más bonito que el de Arantzazu.
Asistimos por casualidad a una misa en euskera. Curioso el sistema de
karaoke para los cantos. A la salida, una señora turista comenta con otra
que es muy bonita pero muy pequeña. Hombre, si la comparas con la Basílica
de San Pedro en El Vaticano o con la Basílica de Guadalupe en México, tal
vez... Aprovechamos, y como vamos bien de tiempo, paramos en el museo del
ferrocarril y subimos en el tren de vapor, que hace un breve recorrido de
unos 40 minutos. El maquinista, un barbudo muchachote fornido, embutido en
mono azul pringado de hollín y con txapela, el típico vasco... hasta que en
la maniobra de 'media vuelta' lo oigo hablar en catalán con un pasajero
(8-OOO) ¡Qué cosas! Proseguimos y paramos en Tolosa. La ciudad, antigua
capital vasca, también está desierta. Comemos unos bocatas en un bar del
casco viejo, al lado de un piso de LAB. Aquí la poca gente que va por la
calle tienen pintas más raras, y hay más símbolos vascos en balcones y
paredes. Los bocatas, muy ricos. Seguimos la ruta. A destacar las vista
desde Abaltzisketa. Camino de Zaldibia pasamos por Larraitz, donde hay un
merendero lleno de gente. Seguimos adentrándonos en Gipuzkoa, y paramos a
tomar algo en Ordizia. Por algunos pueblos pasamos por tabernas típicas, con
grandes ikurriñas y fotos de presos. Los jóvenes nos miran al pasar. Tanto
es así que en Beasain paro en una plaza frente a uno, para reprogramar el
Tomtom, y todos los jóvenes que estaban sentados en una mesa fuera se vuelve
a mirarnos. Igual miraban el coche, porque la verdad es que hasta entonces
sólo ví uno o dos Mazda3 (o sería el mismo que pasó 2 veces), y ningún otro
modelo de Mazda, ni de ningún otro coche japonés, a excepción de Nissan.
Paramos en Segura, otro gran pueblo muy bonito, y ya con mucha simbología
vasca. A destacar su gran iglesia con pista de pelota al lado. De ahí vamos
a Zerain, otro pintoresco pueblo. Paramos a tomar algo en Ormaiztegui, que
tiene un altísimo puente ferroviario construído por un discípulo de Eiffel.
Pido en castellano un helado para mi hija, y el del bar (un bar normal, sin
símbolos vascos) me contesta en euskera (¡Ahí va la ostia! ¡A que te hablo
en catalán!, pensé en mis adentros). Regresamos al hotel, al que llegamos
lloviendo y a 13ºC. No podemos cenar en el hotel porque cierran los
domingos, pero nos dicen que a escasos 100 metros, frente a la ermita, hay
un restaurante abierto. Cenamos estupendamente a la carta, no resultó
demasiado caro. Copitas de pacharán antes de ir a dormir.
El día 21, la costa guipuzcoana, desde Mutriku hasta Hondarribia, pasando
por Deba, Zumaia, Getaria, Zarautz, Orio, Usurbil y Pasai Donibane. Paso de
coger la autopista porque tiene tantas curvas como la nacional. Empezamos
mal, porque el Tomtom me mete por el centro de Mutriku. Empedradas calles
estrechas y empinadas, con peatones por todas partes... Aparco donde puedo.
Bonitas vistas del puerto. Pasamos por Deba, con la playa llena de gente, y
paramos en un mirador de la carretera que lleva a Zumaia. En él se explica
la historia de la hilandera de Deba. Paramos en el Alto de Itziar a
contemplar el santuario. Allí noto que en todas las iglesias de los zona hay
barcos colgados del techo. Pasamos por Zumaia pero no hay surfistas: el mar
está liso como un espejo. Paramos a comer en Getaria, en el puerto, previa
visita de la iglesia de San Salvador: revuelto de hongos y gambas, lubina de
1,1 kg. a la parrilla y helado de queso, todo con un txacolí de Getaria.
Proseguimos y pasamos por Zarautz. Aquí ya hay demasiada gente, y muy
turístico. Paramos frente al hotel-restaurante de Arguiñano para hacerle una
foto, y vamos a Orio. El caso viejo tiene una callejuela empinadísima con
bonitas casa históricas (en cada casa consta un cartelito con sus datos). En
un balcón hay una pancarta de 'Barça Campions'. A la salida de Orio, el
Tomtom se hace la pi**a un lío metiéndome por calles inexistentes, y yo
saliéndome del mapa todo el rato. Opto por orientarme por mí mismo, camino
del Monte Igeldo. Allí arriba hay un parque de atracciones, similar al
Tibidabo de Barcelona de hace 30 años. La vista de la bahía de San Sebastián
es espectacular. Descendemos hacia Donostia y la cruzamos, camino de Pasai
Donibane. Allí el Tomtom vuelve a liarse y nos mete por un camino pedregoso,
que va a parar a un cementerio. Finalmente cruzamos la población y cogemos
la carretera hacia el monte Jaizkibel. Tras unos cuantos kms. de curvas,
llegamos a un mirador, desde el que se puede contemplar todo el valle y
montañas cercanas, el Bidasoa, Hondarribia, Irún, Hendaia, etc. El sol se
está poniendo sobre el Cantábrico, pero hemos de seguir. El Tomtom, como de
costumbre, me mete por un camino de cabras, pero noto que me sigue un
Mercedes nuevo y reluciente, así que pienso que voy por buen camino.
Enseguida llegamos a Hondarribia. Aparcamos y paseamos por el casco viejo,
ya de noche. Cenamos muy bien, aunque no recuerdo el qué, frente al castillo
de Carlos V. Nos tomamos unos gin-tonics en la plaza antes de seguir nuestro
camino de regreso al hotel, no sin antes pasar por Irún, para decir que
hemos estado. Llegamos a las tantas al hotel, a 13ºC pero sin lluvia.
El día 22 nos tenemos que encontrar con nuestros cuñados, que iniciaron el
día 19 un viaje paralelo por tierras navarras. A partir de ese momento nos
alojaremos en un apartamento de un amigo de mi cuñada, en Castro-Urdiales.
Como tenemos tiempo, pagamos el hotel y vamos de visita a Vitoria. Como de
costumbre, paso de ir por autopista, cosa de la cual me alegro porque la
carretera es estupenda, las vista también (el embalse de Urrunaga, por
ejemplo), y el coche se está comportando fenomenal. Ya se nota el descenso
del consumo. Paseamos por el casco viejo de Vitoria. La catedral vieja está
en obras y no se puede ver, aunque te pueden enseñar las obras. Pasamos, y
como es tarde buscamos dónde comer. Entramos en una taberna de la calle
Cuchillería. Al fondo hay fotos de presos, y también ikurriñas y banderas de
Amnistía. Pedimos unos pinchos de tortilla y bonito y unas cañas, y
charlamos de política con la propietaria, que acaba invitándonos a cafés. Se
nos hace tarde y emprendemos camino a Castro-Urdiales. Cruzamos Bilbao por
la autopista infestada de radades (suerte del Tomtom). Llegamos, conocemos a
Íñigo, el amigo de mi cuñada, nos instalamos, y acabamos paseando por Castro
y cenando pinchos con unos vinos.
El día 23 Íñigo trabaja, y nosotros y mis cuñados iniciamos una ruta costera
por Bizkaia, desde Portugalete hasta Elantxobe, pasando por Getxo (Íñigo es
de allí), Sopelana, el castillo de Butrón, Plentzia, Gorlitz, Armintza,
Bakio, San Juan de Gaztelugatxe, Bermeo, Mundaka, Gernika y Kortezubi. El
primer problema lo tenemos en Portugalete, al querer pasar al otro lado de
la ría por el puente de Bizkaia. Portugalete está en obras y yo voy
siguiendo como puedo las instrucciones del Tomtom, porque contínuamente he
de cambiar de calles porque están cortadas y él tiene que recalcular rutas.
Voy detrás de un coche que se para en una zona pintada con rayas amarillas,
como de carga y descarga, y el Tomtom me dice que gire a la izquierda. Le
obedezco y me planto dentro de una zona de esas donde no se puede parar, y
el transbordador delante mío con coches que está bajando de él y vienen
hacia mí. Voy a echar para atrás pero otro coche me bloquea y empieza a
pitarme. Hacia adelante tampoco puedo ir porque salen los demás del
transbordador. Un amable paisano me dice que me tendría que haber puesto a
la cola. ¿Qué cola? ¿Dónde está? ¡No hay indicaciones de ningún tipo!
Consigo apartarme un poco para que puedan salir los demás del transbordador,
y cuando han pasado todos, el que tenía detrás me pasa por la izquierda en
plan rácing, se baja del coche y empieza a gritarme improperios ¡Gili****s!
¡Que medio Portugalete te está diciendo que te pongas a la cola! ¡Sí, como
si yo entendiera el lenguaje de bocinazos! ¡Anda y que te den! Total, que me
hacen apartar para llenar el transbordador y me dicen que ya me dejarán
subir en otro viaje. En mi coche, todos nerviosos por la reacción de
semejante tiparraco. A los 10 minutos me hacen subir, y remprendemos la
marcha. Pasamos por Gexto, Neguri (¡menudas casas!) y paramos en Sopelana.
Hace mal día y no hay olas, así que los surfistas están allí, contemplando
el paisaje. Seguimos hacia el castillo de Butrón. La verdad es que es
espectacular, ideal para hacer películas de terror. No se puede visitar
porque lo acaba de comprar una empresa privada. Tomamos unos vinos en el
merendero contiguo y seguimos hacian Plentzia. Allí nos reunimos con Íñigo,
y comemos unos bocatas. Seguimos la ruta y paramos en el puerto de Armintza,
donde bajamos a las rocas a acosar cangrejos. Proseguimos, pasamos por Bakio
y nos acercamos en coche lo máximo posible a San Juan de Gaztelugatxe. La
tortuosa carretera es muy estrecha y hay que aparcar en la cuneta, con
cuidado de que el coche no se caiga por el acantilado. Hay mucha gente y
cuesta encontrar un sitio. Iniciamos el ascenso de los 231 escalones. Siendo
fumador pensé que me costaría más, pero sólo tuve que hacer dos breves
paradas. Arriba buenas vistas (la perspectiva del camino es espectacular).
La ermite cerrada, pero por el cristal de la puerte se puede ver el
interior. Regresamos a los coches (Íñigo tiene un VW Bora TDI de 90CV de
unos 4 o 5 años) y vamos hacia Bermeo. Paramos un momento en el puerto, al
lado de un velero clásico de nombre Aita Guria. Vemos cómo unos niños juegan
a pelota en la pista municipal. Emprendemos camino a Gernika, por lo visto
por la única recta que hay en la red de carreteras vascas. La lástima es que
lo hacemos detrás de un todoterreno con matrícula de Barcelona y que no pasa
de 60, y como la carretera está en obras no hay posibilidad de adelantar. En
Gernika, ya oscureciendo, visitamos el árbol auténtico, que no es más que un
leño metido dentro de una glorieta de 8 columnas. Como ya se hace muy tarde,
vamos hacia Elantxobe. No podemos visitar el bosque de Oma porque ya está
muy oscuro. Aparcamos en la carretera, cerca del pueblo. Curiosa la
plataforma que hay en Elantxobe para dar la vuelta al autobús. Empezamos a
bajar por la 'calle' principal, empedrada y con fuerte pendiente. Tiene que
ser la pera cuando llueve. Tomamos unos vinos en el puerto, para tomar
fuerzas para el ascenso, que llevamos a cabo por la escalera, que se acorta
más. Ya arriba y sin aliento, nos metemos en los coches y vamos a Castro, a
ver si nos dan de cenar algún pincho.
El día 25, descanso. Paseamos y comimos en Castro, bien por cierto. A la
noche, cena en Txacolí Simón, en el monte Artxanda, en las afueras de
Bilbao. Unos pimientos verdes, unos hongos, unos chorizos a la sidra, etc.,
y 2,5 kgs de carne en forma de 2 chuletas, con sus respectivas parrillas con
brasas. Desde el mirador del Artxanda, buena vista nocturna de Bilbao con
hasta 3 conciertos simultáneos de su Semana Grande, y las txondas llenas de
gente.
El día 25, San Sebastián. Todo el camino por autopista, con una lluvia
torrencial. Suerte que al llegar las nubes se contuvieron. Paseamos un poco
por las calles, buscando dónde comer, pero todo estaba lleno. Al final
entramos en La Fabrica, un pequeño restaurante de creación en la calle
Puerto. La puerta está cerrada, y fuera sólo hay un timbre y el menú: 20
euros. Entramos igualmente, y valió la pena. Platos de creación, basados en
la cocina tradicional vasca pero con un toque sofisticado. Acabamos y
salimos a dar una vuelta por La Concha. De camino al Kursal se nos cayó el
cielo encima. ¡Menudo chaparrón! En cuanto nos secamos un poco, regresamos a
Algorta, y cenamos unos bocatas en el puerto deportivo. Ya en Castro
preparamos el equipaje porque la siguiente noche la haríamos en casa de
Íñigo.
El día 26, Bilbao. Ya en finales de la Semana Grande, paseamos por sus
calles. Vimos un concurso de barreneros, y tomamos unos vinos, pinchos y
rabas en un par de sitios. Pasamos por el casco viejo, el Guggenheim y el
Puppy, y volvimos a Algorta a cenar de nuevo en el puerto deportivo, pero
esta vez bien: marmitako de bonito y 1 rape a la brasa, regado con un rioja
de crianza. Fantástico. Luego visita al puerto viejo de Algorta, una copia
en un bar, y a dormir.
El día 27, el regreso. Vemos un poco Algorta y hacemos unas compras (txacolí
de Getaria y queso de Idiazábal). Llenamos depósitos en Leioa, a 8 céntimos
la super de 95 más barata que en Barcelona, y volvemos a casa.
Y eso es todo. Buena gente y buena comida. Las carreteras, todo curvas y
cuestas. Los pueblos, todos con unos baches de miedo. Por muchos de ellos no
hubiera pasado con el Astra. Rotondas por doquier, y lo peor, que muchas
tenían las salidas semaforizadas, por lo que se solían atascar. Mazdas y
japoneses en general, muy pocos.
Me queda por ver el interior de Bizkaia y Áraba, que será en otra ocasión.
Quien haya llegado hasta aquí tiene derecho a un Sugus de bonito del norte.
Saludos.
--
SICYD
EChMotor #120 {Butifarra - Okamacu}
Seat 131 L 1430 [75cv] (1984-1989)
Peugeot 405 SRi aut. [125cv] (1989-...)
Seat 127 L [47cv] (1990-1992)
Astra GSi 2.0 16V [150cv] (1992-2005)
Atenza 2.3 Hatchback Sportive [166cv] (2005-...)
---
Aunque ya he apuntado algunas cosas en otros hilos, abro éste para hacer
para daros a conocer mis experiencias en tierras vascas (del 18 al 27 de
agosto). Es semi-OT porque, evidentemente, también hablaré de coches y
carreteras.
Estuve alojado 4 noches en Eibar, al lado de la ermita de Ntra. Sra. de
Arrate. Bonita y estrecha carretera de ascenso a la ermita, de 7 kms. para
pasar de unos 100m. de altitud a unos 600. Las subidas, de noche y con
lluvia, y las bajadas, de día y con sol, ofreciendo unas magníficas vistas
del valle, con sus prados salpicados de caseríos.
El día 18, en el viaje de ida, desde Cunit (Tarragona), primera parada en la
Rioja Alavesa: Oión, Lapuebla de Labarca, Elciego, Laguardia, Elvillar,
Peñacerrada, Labastida y Salinillas de Buradón. Típico paisaje riojano, con
viñedos y bodegas por doquier. Muy bonito Laguardia, pueblo medieval
amurallado, con más de 180 bodegas particulares subterráneas que se pueden
visitar. A destacar también el carrillón del ayuntamiento, con danzaris
autómatas a las 11:55 y 13:55. Comí en un restaurante un menú de 12 euros
(lo normal de Euskadi, por lo que pude ver), unas patatas a la riojana y un
churrasco a la brasa, con vino tinto de Laguardia. Nada del otro mundo. La
subida a Peñacerrada muy bonita, con una empinada carretera (17%) entre
bosques. El coche se portó muy bien, subiendo en 3ª sin problemas a partir
de 2.000 rpms. (ya empiezan a aparecer los bajos de este motor). En
Peñacerrada, la primera pancarta de 'Euskal Presoak, Euskal Herrira'. Las
verdad es que hasta entonces, y a excepción de Laguardia, más turística,
todos los pueblos están prácticamente desiertos (¿dónde se mete la gente?).
De Labastida a Salinillas de Buradón, el Tomtom empieza a hacer de las
suyas. Primero, al llegar a Ocio (un pueblo pequeñísimo), me hace entrar en
la población y me mete en un camino pedregoso infestado de zarzales. A la
que oigo los arañazos en la chapa (suerte que con pulimento marcharán),
maldigo al Tomtom y busco dónde dar la vuelta. De vuelta a Ocio reprogramo
la ruta, y él insite con el zarzal. Le digo que no, y me responde que no hay
ruta. Así que sigo adelante, y al rato me muestra otra ruta. Le hago caso y
acabo metiéndome en un camino pedregoso pero algo más amplio, y sin zarzas,
pero con un montón de cazadores por ahí, armados y con perros. La verdad que
el atajo era bueno, porque en pocos metros estaba de nuevo en una carretera
buena, ahorrándome unos 4 kms. Añadir que en Elciego, el Tomtom también me
quizo hacer cruzar una finca particular, al lado de un edificio que está en
construcción y que parece un papel arrugado. Desde luego la cartografía
vasca no la tiene muy bien el Tomtom. Bueno, tras todo esto, de camino a
Eibar lloviendo, registro y cena en el hotel. El menú de la cena a 17 euros,
pero valía la pena.
El día 19, la Gipuzkoa religiosa: Elgoibar, Zestoa, Azpeitia, Zumárraga,
Legazpi, Oñati, y Bergara. En Azpeitia vamos a ver el santuario de S.
Innazio de Loiola. Son las 13:00 y está cerrado (¡caramba, qué horarios!).
Total, que carretera y manta, no perdamos tiempo que queda mucho por ver.
Comemos en Zumárraga, pueblo grande pero con todo cerrado, y nadie por las
calles. Acabamos en un restaurante argentino, con menú a 12 euros y comida
para olvidar, pero no mala. De ahí subimos a ver el santuario de 'La
Antigua'. Muy bonito, mucha madera, y bonitas vistas. Oñati también es
bonito, con muchos palacetes y la universidad Sancti Espiritus. De allí
vamos al santuario de la Virgen de Arantzazu. Bonita carretera con curvas,
como a mí me gustan, pero al final, el gran chasco. Sin ánimo de ofender,
será una joya arquitectónica vanguardista, pero donde esté Montserrat, Núria
o incluso Covadonga... Además, volvemos a topar con los horarios: a las
20:00 cierran. Y eran las 19:50, menos mal. De vuelta, paramos en Bergara,
también muy maja, pero nadie por las calles. Pero a eso de las 18:30 empieza
a salir la gente, mucha gente, a llenar las tabernas, hasta entonces
cerradas. La gente, digamos de cierta edad (entre 60 y 70), bien vestidas.
La mayoría hablan en euskera. En toda esta zona abundan las pancartas de
'Euskal Presoak' y muchas otras. La indicaciones de los pueblos hace ya rato
que dejaron de ser bilingues y ahora son sólo en euskera, ¡y luego nos
critican a los catalanes! Regresamos a Eibar, lloviendo y a 13ºC. Cenamos
muy bien en el hotel.
El día 20, la Gipuzkoa profunda: Tolosa, Alegia, Amezketa, Abaltzisketa,
Zaldibia, Ordizia, Beasain, Segura, Zerain, Mutiloa y Ormaiztegi. Volvemos a
pasar por Azpeitia antes de parar en Tolosa, a ver si por fín podemos entrar
en el santuario de Loiola. Este ya es más bonito que el de Arantzazu.
Asistimos por casualidad a una misa en euskera. Curioso el sistema de
karaoke para los cantos. A la salida, una señora turista comenta con otra
que es muy bonita pero muy pequeña. Hombre, si la comparas con la Basílica
de San Pedro en El Vaticano o con la Basílica de Guadalupe en México, tal
vez... Aprovechamos, y como vamos bien de tiempo, paramos en el museo del
ferrocarril y subimos en el tren de vapor, que hace un breve recorrido de
unos 40 minutos. El maquinista, un barbudo muchachote fornido, embutido en
mono azul pringado de hollín y con txapela, el típico vasco... hasta que en
la maniobra de 'media vuelta' lo oigo hablar en catalán con un pasajero
(8-OOO) ¡Qué cosas! Proseguimos y paramos en Tolosa. La ciudad, antigua
capital vasca, también está desierta. Comemos unos bocatas en un bar del
casco viejo, al lado de un piso de LAB. Aquí la poca gente que va por la
calle tienen pintas más raras, y hay más símbolos vascos en balcones y
paredes. Los bocatas, muy ricos. Seguimos la ruta. A destacar las vista
desde Abaltzisketa. Camino de Zaldibia pasamos por Larraitz, donde hay un
merendero lleno de gente. Seguimos adentrándonos en Gipuzkoa, y paramos a
tomar algo en Ordizia. Por algunos pueblos pasamos por tabernas típicas, con
grandes ikurriñas y fotos de presos. Los jóvenes nos miran al pasar. Tanto
es así que en Beasain paro en una plaza frente a uno, para reprogramar el
Tomtom, y todos los jóvenes que estaban sentados en una mesa fuera se vuelve
a mirarnos. Igual miraban el coche, porque la verdad es que hasta entonces
sólo ví uno o dos Mazda3 (o sería el mismo que pasó 2 veces), y ningún otro
modelo de Mazda, ni de ningún otro coche japonés, a excepción de Nissan.
Paramos en Segura, otro gran pueblo muy bonito, y ya con mucha simbología
vasca. A destacar su gran iglesia con pista de pelota al lado. De ahí vamos
a Zerain, otro pintoresco pueblo. Paramos a tomar algo en Ormaiztegui, que
tiene un altísimo puente ferroviario construído por un discípulo de Eiffel.
Pido en castellano un helado para mi hija, y el del bar (un bar normal, sin
símbolos vascos) me contesta en euskera (¡Ahí va la ostia! ¡A que te hablo
en catalán!, pensé en mis adentros). Regresamos al hotel, al que llegamos
lloviendo y a 13ºC. No podemos cenar en el hotel porque cierran los
domingos, pero nos dicen que a escasos 100 metros, frente a la ermita, hay
un restaurante abierto. Cenamos estupendamente a la carta, no resultó
demasiado caro. Copitas de pacharán antes de ir a dormir.
El día 21, la costa guipuzcoana, desde Mutriku hasta Hondarribia, pasando
por Deba, Zumaia, Getaria, Zarautz, Orio, Usurbil y Pasai Donibane. Paso de
coger la autopista porque tiene tantas curvas como la nacional. Empezamos
mal, porque el Tomtom me mete por el centro de Mutriku. Empedradas calles
estrechas y empinadas, con peatones por todas partes... Aparco donde puedo.
Bonitas vistas del puerto. Pasamos por Deba, con la playa llena de gente, y
paramos en un mirador de la carretera que lleva a Zumaia. En él se explica
la historia de la hilandera de Deba. Paramos en el Alto de Itziar a
contemplar el santuario. Allí noto que en todas las iglesias de los zona hay
barcos colgados del techo. Pasamos por Zumaia pero no hay surfistas: el mar
está liso como un espejo. Paramos a comer en Getaria, en el puerto, previa
visita de la iglesia de San Salvador: revuelto de hongos y gambas, lubina de
1,1 kg. a la parrilla y helado de queso, todo con un txacolí de Getaria.
Proseguimos y pasamos por Zarautz. Aquí ya hay demasiada gente, y muy
turístico. Paramos frente al hotel-restaurante de Arguiñano para hacerle una
foto, y vamos a Orio. El caso viejo tiene una callejuela empinadísima con
bonitas casa históricas (en cada casa consta un cartelito con sus datos). En
un balcón hay una pancarta de 'Barça Campions'. A la salida de Orio, el
Tomtom se hace la pi**a un lío metiéndome por calles inexistentes, y yo
saliéndome del mapa todo el rato. Opto por orientarme por mí mismo, camino
del Monte Igeldo. Allí arriba hay un parque de atracciones, similar al
Tibidabo de Barcelona de hace 30 años. La vista de la bahía de San Sebastián
es espectacular. Descendemos hacia Donostia y la cruzamos, camino de Pasai
Donibane. Allí el Tomtom vuelve a liarse y nos mete por un camino pedregoso,
que va a parar a un cementerio. Finalmente cruzamos la población y cogemos
la carretera hacia el monte Jaizkibel. Tras unos cuantos kms. de curvas,
llegamos a un mirador, desde el que se puede contemplar todo el valle y
montañas cercanas, el Bidasoa, Hondarribia, Irún, Hendaia, etc. El sol se
está poniendo sobre el Cantábrico, pero hemos de seguir. El Tomtom, como de
costumbre, me mete por un camino de cabras, pero noto que me sigue un
Mercedes nuevo y reluciente, así que pienso que voy por buen camino.
Enseguida llegamos a Hondarribia. Aparcamos y paseamos por el casco viejo,
ya de noche. Cenamos muy bien, aunque no recuerdo el qué, frente al castillo
de Carlos V. Nos tomamos unos gin-tonics en la plaza antes de seguir nuestro
camino de regreso al hotel, no sin antes pasar por Irún, para decir que
hemos estado. Llegamos a las tantas al hotel, a 13ºC pero sin lluvia.
El día 22 nos tenemos que encontrar con nuestros cuñados, que iniciaron el
día 19 un viaje paralelo por tierras navarras. A partir de ese momento nos
alojaremos en un apartamento de un amigo de mi cuñada, en Castro-Urdiales.
Como tenemos tiempo, pagamos el hotel y vamos de visita a Vitoria. Como de
costumbre, paso de ir por autopista, cosa de la cual me alegro porque la
carretera es estupenda, las vista también (el embalse de Urrunaga, por
ejemplo), y el coche se está comportando fenomenal. Ya se nota el descenso
del consumo. Paseamos por el casco viejo de Vitoria. La catedral vieja está
en obras y no se puede ver, aunque te pueden enseñar las obras. Pasamos, y
como es tarde buscamos dónde comer. Entramos en una taberna de la calle
Cuchillería. Al fondo hay fotos de presos, y también ikurriñas y banderas de
Amnistía. Pedimos unos pinchos de tortilla y bonito y unas cañas, y
charlamos de política con la propietaria, que acaba invitándonos a cafés. Se
nos hace tarde y emprendemos camino a Castro-Urdiales. Cruzamos Bilbao por
la autopista infestada de radades (suerte del Tomtom). Llegamos, conocemos a
Íñigo, el amigo de mi cuñada, nos instalamos, y acabamos paseando por Castro
y cenando pinchos con unos vinos.
El día 23 Íñigo trabaja, y nosotros y mis cuñados iniciamos una ruta costera
por Bizkaia, desde Portugalete hasta Elantxobe, pasando por Getxo (Íñigo es
de allí), Sopelana, el castillo de Butrón, Plentzia, Gorlitz, Armintza,
Bakio, San Juan de Gaztelugatxe, Bermeo, Mundaka, Gernika y Kortezubi. El
primer problema lo tenemos en Portugalete, al querer pasar al otro lado de
la ría por el puente de Bizkaia. Portugalete está en obras y yo voy
siguiendo como puedo las instrucciones del Tomtom, porque contínuamente he
de cambiar de calles porque están cortadas y él tiene que recalcular rutas.
Voy detrás de un coche que se para en una zona pintada con rayas amarillas,
como de carga y descarga, y el Tomtom me dice que gire a la izquierda. Le
obedezco y me planto dentro de una zona de esas donde no se puede parar, y
el transbordador delante mío con coches que está bajando de él y vienen
hacia mí. Voy a echar para atrás pero otro coche me bloquea y empieza a
pitarme. Hacia adelante tampoco puedo ir porque salen los demás del
transbordador. Un amable paisano me dice que me tendría que haber puesto a
la cola. ¿Qué cola? ¿Dónde está? ¡No hay indicaciones de ningún tipo!
Consigo apartarme un poco para que puedan salir los demás del transbordador,
y cuando han pasado todos, el que tenía detrás me pasa por la izquierda en
plan rácing, se baja del coche y empieza a gritarme improperios ¡Gili****s!
¡Que medio Portugalete te está diciendo que te pongas a la cola! ¡Sí, como
si yo entendiera el lenguaje de bocinazos! ¡Anda y que te den! Total, que me
hacen apartar para llenar el transbordador y me dicen que ya me dejarán
subir en otro viaje. En mi coche, todos nerviosos por la reacción de
semejante tiparraco. A los 10 minutos me hacen subir, y remprendemos la
marcha. Pasamos por Gexto, Neguri (¡menudas casas!) y paramos en Sopelana.
Hace mal día y no hay olas, así que los surfistas están allí, contemplando
el paisaje. Seguimos hacia el castillo de Butrón. La verdad es que es
espectacular, ideal para hacer películas de terror. No se puede visitar
porque lo acaba de comprar una empresa privada. Tomamos unos vinos en el
merendero contiguo y seguimos hacian Plentzia. Allí nos reunimos con Íñigo,
y comemos unos bocatas. Seguimos la ruta y paramos en el puerto de Armintza,
donde bajamos a las rocas a acosar cangrejos. Proseguimos, pasamos por Bakio
y nos acercamos en coche lo máximo posible a San Juan de Gaztelugatxe. La
tortuosa carretera es muy estrecha y hay que aparcar en la cuneta, con
cuidado de que el coche no se caiga por el acantilado. Hay mucha gente y
cuesta encontrar un sitio. Iniciamos el ascenso de los 231 escalones. Siendo
fumador pensé que me costaría más, pero sólo tuve que hacer dos breves
paradas. Arriba buenas vistas (la perspectiva del camino es espectacular).
La ermite cerrada, pero por el cristal de la puerte se puede ver el
interior. Regresamos a los coches (Íñigo tiene un VW Bora TDI de 90CV de
unos 4 o 5 años) y vamos hacia Bermeo. Paramos un momento en el puerto, al
lado de un velero clásico de nombre Aita Guria. Vemos cómo unos niños juegan
a pelota en la pista municipal. Emprendemos camino a Gernika, por lo visto
por la única recta que hay en la red de carreteras vascas. La lástima es que
lo hacemos detrás de un todoterreno con matrícula de Barcelona y que no pasa
de 60, y como la carretera está en obras no hay posibilidad de adelantar. En
Gernika, ya oscureciendo, visitamos el árbol auténtico, que no es más que un
leño metido dentro de una glorieta de 8 columnas. Como ya se hace muy tarde,
vamos hacia Elantxobe. No podemos visitar el bosque de Oma porque ya está
muy oscuro. Aparcamos en la carretera, cerca del pueblo. Curiosa la
plataforma que hay en Elantxobe para dar la vuelta al autobús. Empezamos a
bajar por la 'calle' principal, empedrada y con fuerte pendiente. Tiene que
ser la pera cuando llueve. Tomamos unos vinos en el puerto, para tomar
fuerzas para el ascenso, que llevamos a cabo por la escalera, que se acorta
más. Ya arriba y sin aliento, nos metemos en los coches y vamos a Castro, a
ver si nos dan de cenar algún pincho.
El día 25, descanso. Paseamos y comimos en Castro, bien por cierto. A la
noche, cena en Txacolí Simón, en el monte Artxanda, en las afueras de
Bilbao. Unos pimientos verdes, unos hongos, unos chorizos a la sidra, etc.,
y 2,5 kgs de carne en forma de 2 chuletas, con sus respectivas parrillas con
brasas. Desde el mirador del Artxanda, buena vista nocturna de Bilbao con
hasta 3 conciertos simultáneos de su Semana Grande, y las txondas llenas de
gente.
El día 25, San Sebastián. Todo el camino por autopista, con una lluvia
torrencial. Suerte que al llegar las nubes se contuvieron. Paseamos un poco
por las calles, buscando dónde comer, pero todo estaba lleno. Al final
entramos en La Fabrica, un pequeño restaurante de creación en la calle
Puerto. La puerta está cerrada, y fuera sólo hay un timbre y el menú: 20
euros. Entramos igualmente, y valió la pena. Platos de creación, basados en
la cocina tradicional vasca pero con un toque sofisticado. Acabamos y
salimos a dar una vuelta por La Concha. De camino al Kursal se nos cayó el
cielo encima. ¡Menudo chaparrón! En cuanto nos secamos un poco, regresamos a
Algorta, y cenamos unos bocatas en el puerto deportivo. Ya en Castro
preparamos el equipaje porque la siguiente noche la haríamos en casa de
Íñigo.
El día 26, Bilbao. Ya en finales de la Semana Grande, paseamos por sus
calles. Vimos un concurso de barreneros, y tomamos unos vinos, pinchos y
rabas en un par de sitios. Pasamos por el casco viejo, el Guggenheim y el
Puppy, y volvimos a Algorta a cenar de nuevo en el puerto deportivo, pero
esta vez bien: marmitako de bonito y 1 rape a la brasa, regado con un rioja
de crianza. Fantástico. Luego visita al puerto viejo de Algorta, una copia
en un bar, y a dormir.
El día 27, el regreso. Vemos un poco Algorta y hacemos unas compras (txacolí
de Getaria y queso de Idiazábal). Llenamos depósitos en Leioa, a 8 céntimos
la super de 95 más barata que en Barcelona, y volvemos a casa.
Y eso es todo. Buena gente y buena comida. Las carreteras, todo curvas y
cuestas. Los pueblos, todos con unos baches de miedo. Por muchos de ellos no
hubiera pasado con el Astra. Rotondas por doquier, y lo peor, que muchas
tenían las salidas semaforizadas, por lo que se solían atascar. Mazdas y
japoneses en general, muy pocos.
Me queda por ver el interior de Bizkaia y Áraba, que será en otra ocasión.
Quien haya llegado hasta aquí tiene derecho a un Sugus de bonito del norte.
Saludos.
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SICYD
EChMotor #120 {Butifarra - Okamacu}
Seat 131 L 1430 [75cv] (1984-1989)
Peugeot 405 SRi aut. [125cv] (1989-...)
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Astra GSi 2.0 16V [150cv] (1992-2005)
Atenza 2.3 Hatchback Sportive [166cv] (2005-...)
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