Bazi
2006-11-27 10:15:06 UTC
Si es marmota, lo borran y se callan o tendré que matarles por turbar
mi paz.
En los últimos diez años, los de Picolandia me han puesto dos multas
de tráfico, creo recordar. Nada grave: exceso de velocidad de once
kilómetros por hora en vía de servicio y de veintialgo en autovía. Las
dos aforé religiosamente, sin recurrir nada, y tan amigos. El que la
hace, la paga. Pero aun así, las dos veces me quedó cierta frustración
rutera, pues nadie me detuvo para identificarme. Sólo un coche
entrevisto en el arcén, una mirada por el retrovisor mientras piensas
"te han cazado, Arturete", y nada mas. Ni flash usan ahora. Nungún
guardia vestido de verde medio kilómetro más lejos, ordenandome parar
y diciendo, con la mano en la visera: "Buenos días. Documentación, por
favor", como mandan los cánones y la bonita tradición española. Nada.
Al cabo de un mes o dos, carta oficial,etcétera. El hombre contra la
máquina. Y punto.
Ahora me entero de que Tráfico va a invertir ocho millones y medio de
mortadelos en nuevos radades fijos de carreteras. Y que se vana
instalar -nunca lo adivinarían ustedes-, no en vías de doble sentido
donde ocurren siete de cada diez esparrames, sino en autovías y
autopistas, donde la velocidad es mas alta, pero el porcentaje de
cebollazos más bajo. Dicho en corto: que esos ocho kilos y medio no
buscan evitar accidentes y salvar vidas, sino recaudar viruta. Que es
de lo que se trata; porque una cosa es que las cifras negras de cada
operación salida o llegada sean más o menos estremecedorasm, y otra,
que con esto del carnet por puntos y la mayor prudencia de la peña que
conduce, la Administración deje de sangrar al personal metiéndole el
cinco de bastos en la pelleja. Poruqe ojo. Jesucristo dijo hermanos,
pero nunca dijo primos, Faltaría más.
De manera que esto de los radares fijos, y que a usted y a mí nos
hagan fotos y nos enteremos un mes o dos más tarde, demuestra varias
cosas, pero sobre todo una: que, demagogias y telediarios aparte, a
las autoridades competentes les importa un carajo que vayamos a
doscientos treinta por hora, que nos matemos en la próxima curva o que
saltemos la mediana y nos llevemos por delante a una pareja de
jubilados, a un viajante de comercio o a quien sea. Lo que quieren es
que la caja registradora haga cling, cling. Cualquier absoluto hijo de
puta puede pasar como un rayo con el Bernueve, poniendo en peligro la
vida de todo cristo, y lo que hará el coche de tráficoemboscado o el
radar fijo y maravilloso marca Toshiba, o la que tengan los radares,
es hacer una foto estupenda de la matrícula del coche, que es lo que
interesa: que los numeritos y letras se vean claros, para saber a qué
propietario de coche adjudicársela y trincar. Pero al conductor, al
fulano que en ese momento concreto es un peligro público, nadie lo
para, ni lo identifica, y puede seguir quienentos mil kilómetros
adelante a la misma velocidad, hasta que se rompa la crisma o se la
rompa a algún infeliz. La pasta está segura, y la cosa, resuelta. A
partir de ahí, a la Administración, a Tráfico, a quien correspondam le
dará lo mismo que, si el conductor tiene medios, compre los puntos
perdidos a alguna de las avispadas gestorías que los ofrecen por
Internet; o si es coche puesto a nombre de una empresa, que el
propietario tenga un compadre en Nueva York, Hong Kong o Nairobim a
cuyo permiso de conducir atribuirle el marrón. Y que reclamen allí.
Así que, aunque no sirva para un carajo, hoy quiero reivindicar mi
derecho a ser detenido e identificado en carretera cuando meta la
gamba. Es más. Exijo que, una vez hecho el retrato de atentos al
pajarito, una dotación de picoletos me corte el paso con la autoridad
debida, me haga aparcar en el arcén con gesto enérgico, y tras afearme
la conducta -se han pasado varios pueblos, etcétera-, el guardia
Sánchez me haga firmar la papeleta correspondiente mientras el cabo
Martínez mueve la cabeza y dice, reprobador: "Debería darle vergüenza,
señor Reverte". Más aún. En caso de que se me cruze el cable, y decida
no parar y seguir a toda pastilla esquivando el control -que igual ese
día me da por ahí-, reclamo mi derecho constitucional a ser perseguido
por la Benemérita como Dios manda, con pirulos de destellos azules y
sirenas de ordenanza, pi-po, pi-po, pi-po, derrapando en las curvas y
todo eso, hasta ser reducido, identificado, esposado y puesto a
disposición del juez Garzón, del juez Grande Marlaska o del juez que
sea. Uno paga lo que haga falta, que para eso estamos. Y más,
mereciendo la multa o lo que corresponda. Pero puestos a que te la
endiñen, por lo menos que sean guardias de carne y hueso, rediós. No
una puta máquina.
Fuente: http://tinyurl.com/t3rdw
Ello,
-----------
Lotus Elise
Echmotor# 430
mi paz.
En los últimos diez años, los de Picolandia me han puesto dos multas
de tráfico, creo recordar. Nada grave: exceso de velocidad de once
kilómetros por hora en vía de servicio y de veintialgo en autovía. Las
dos aforé religiosamente, sin recurrir nada, y tan amigos. El que la
hace, la paga. Pero aun así, las dos veces me quedó cierta frustración
rutera, pues nadie me detuvo para identificarme. Sólo un coche
entrevisto en el arcén, una mirada por el retrovisor mientras piensas
"te han cazado, Arturete", y nada mas. Ni flash usan ahora. Nungún
guardia vestido de verde medio kilómetro más lejos, ordenandome parar
y diciendo, con la mano en la visera: "Buenos días. Documentación, por
favor", como mandan los cánones y la bonita tradición española. Nada.
Al cabo de un mes o dos, carta oficial,etcétera. El hombre contra la
máquina. Y punto.
Ahora me entero de que Tráfico va a invertir ocho millones y medio de
mortadelos en nuevos radades fijos de carreteras. Y que se vana
instalar -nunca lo adivinarían ustedes-, no en vías de doble sentido
donde ocurren siete de cada diez esparrames, sino en autovías y
autopistas, donde la velocidad es mas alta, pero el porcentaje de
cebollazos más bajo. Dicho en corto: que esos ocho kilos y medio no
buscan evitar accidentes y salvar vidas, sino recaudar viruta. Que es
de lo que se trata; porque una cosa es que las cifras negras de cada
operación salida o llegada sean más o menos estremecedorasm, y otra,
que con esto del carnet por puntos y la mayor prudencia de la peña que
conduce, la Administración deje de sangrar al personal metiéndole el
cinco de bastos en la pelleja. Poruqe ojo. Jesucristo dijo hermanos,
pero nunca dijo primos, Faltaría más.
De manera que esto de los radares fijos, y que a usted y a mí nos
hagan fotos y nos enteremos un mes o dos más tarde, demuestra varias
cosas, pero sobre todo una: que, demagogias y telediarios aparte, a
las autoridades competentes les importa un carajo que vayamos a
doscientos treinta por hora, que nos matemos en la próxima curva o que
saltemos la mediana y nos llevemos por delante a una pareja de
jubilados, a un viajante de comercio o a quien sea. Lo que quieren es
que la caja registradora haga cling, cling. Cualquier absoluto hijo de
puta puede pasar como un rayo con el Bernueve, poniendo en peligro la
vida de todo cristo, y lo que hará el coche de tráficoemboscado o el
radar fijo y maravilloso marca Toshiba, o la que tengan los radares,
es hacer una foto estupenda de la matrícula del coche, que es lo que
interesa: que los numeritos y letras se vean claros, para saber a qué
propietario de coche adjudicársela y trincar. Pero al conductor, al
fulano que en ese momento concreto es un peligro público, nadie lo
para, ni lo identifica, y puede seguir quienentos mil kilómetros
adelante a la misma velocidad, hasta que se rompa la crisma o se la
rompa a algún infeliz. La pasta está segura, y la cosa, resuelta. A
partir de ahí, a la Administración, a Tráfico, a quien correspondam le
dará lo mismo que, si el conductor tiene medios, compre los puntos
perdidos a alguna de las avispadas gestorías que los ofrecen por
Internet; o si es coche puesto a nombre de una empresa, que el
propietario tenga un compadre en Nueva York, Hong Kong o Nairobim a
cuyo permiso de conducir atribuirle el marrón. Y que reclamen allí.
Así que, aunque no sirva para un carajo, hoy quiero reivindicar mi
derecho a ser detenido e identificado en carretera cuando meta la
gamba. Es más. Exijo que, una vez hecho el retrato de atentos al
pajarito, una dotación de picoletos me corte el paso con la autoridad
debida, me haga aparcar en el arcén con gesto enérgico, y tras afearme
la conducta -se han pasado varios pueblos, etcétera-, el guardia
Sánchez me haga firmar la papeleta correspondiente mientras el cabo
Martínez mueve la cabeza y dice, reprobador: "Debería darle vergüenza,
señor Reverte". Más aún. En caso de que se me cruze el cable, y decida
no parar y seguir a toda pastilla esquivando el control -que igual ese
día me da por ahí-, reclamo mi derecho constitucional a ser perseguido
por la Benemérita como Dios manda, con pirulos de destellos azules y
sirenas de ordenanza, pi-po, pi-po, pi-po, derrapando en las curvas y
todo eso, hasta ser reducido, identificado, esposado y puesto a
disposición del juez Garzón, del juez Grande Marlaska o del juez que
sea. Uno paga lo que haga falta, que para eso estamos. Y más,
mereciendo la multa o lo que corresponda. Pero puestos a que te la
endiñen, por lo menos que sean guardias de carne y hueso, rediós. No
una puta máquina.
Fuente: http://tinyurl.com/t3rdw
Ello,
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Lotus Elise
Echmotor# 430